Volvía de beber con unos amigos, en esta ocasión no se me había ido la mano y me había limitado a tomar dos vinos (tinto en copa) solamente. Antes de buscar mi parada de autobús me pasé por el Centro Comercial con la intención de realizar unas compras, aunque regresé con las manos vacías, y caminé pausado hacia el exterior rumbo a las marquesinas.
Unos cuatrocientos pasos más allá, en una pequeña plazoleta, un grupo de seis o siete chavales hablaban a voces; dos de ellos, un chico y una chica claramente discutían. En un primer momento pensé que el chico, por su corta estatura (1,40 más o menos), era un niño, o así se adivinaba desde lejos; pero una vez cerca se concluía que sería como mínimo tres años mayor que el resto. Hasta en su coronilla despuntaba ya una calva prematura.
-¡Como me vuelvas a decir que soy un cornudo te rompo la boca! –le espetó a la chica.
-Yo sólo te cuento lo que vi, se están tirando a tu novia. Y además no es la primera vez que pasa.
En esos momentos pasaba yo justo al lado, y el hombrecillo éste se me acercó enfurecido como para pedirme opinión, pero lo esquivé. Pocos metros llevaba avanzados cuando noté que era ella la que venía detrás:
-Es la pura verdad, es algo sólo sexual y está pasando, sólo que él no quiere verlo –me dijo.
Me zafé de inmediato aduciendo prisa:
-Lo siento, tengo que coger el autobús, se hace tarde.
Ya en la parada se hacía esperar demasiado mi autobús. Cinco minutos después percibí que a lo lejos se aproximaba aquella chica a la que creí haber dado esquinazo. Se puso junto a mí, como si esperara. Una excusa flagrante para reiniciar el tema. Le dirigí una sonrisa condescendiente, viré hacia una posición comprensiva. La escuché, le di también la razón. Hablamos de lo mucho que tardaba en llegar el bus al dar por zanjado el tema.
El bus apareció, la chica se subió para mi sorpresa conmigo. Nos sentamos en uno de los bancos laterales. Se pegó mucho a mí; me quedé quieto. Les eché un vistazo a los blogs de los colegas en los pequeños monitores con los que iba equipado el vehículo. En éste, el último post lo había escrito un amigo emigrado; el texto era corto aunque contundente. Hablaba en tono revanchista de una mujer, la descalificaba con las palabras “puta” y “zorra”, no estaba muy currado en sinónimos el asunto… Sin embargo contenía una mención que a mí me hizo relativa gracia: “Y ahora que te escriba una canción de amor el tal Fran Nison y te la edulcore con melodías de ABBA”. Por el momento había tenido éxito la entrada, pues a los siete minutos ya había recibido dos comments.
No le dije a la chica que esto del blog tenía algo que ver conmigo, ni siquiera nos habíamos presentado. Ella ya había apoyado su mejilla izquierda sobre mi mejilla derecha, noté el calor de su rostro en mi cara, no me moví ni un centímetro ante tamaña y agradable sensación.
Pasó después su brazo derecho por encima mío dejándose caer más y más... En ese momento sí que reaccioné, estimando que la chica tendría más o menos 17 años. Entonces le retiré con delicadeza el brazo, eso sí, muy suave y sin despegarme, pa por si acaso.
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